miércoles, 9 de noviembre de 2011

La sombra del desdén entre los libros. Una feria como muestra de apatía estatal *

Óscar Tanat**
 
El pasado 5 de octubre, en la sala 4 de la Cineteca Nacional se anunció, en conferencia de prensa, la 31 Feria Internacional del Libro Oaxaca 2011. En la mesa, el empresario Guillermo Quijas, la cantante Lila Downs, el cineasta Rigoberto Perezcano, la directora de la Cineteca Paula Astorga, la guionista Marina Stavenhagen y el escritor Francisco Goldman, expusieron la dinámica: conciertos, proyecciones de películas, conferencias, talleres, entre otras actividades.
"No se busca hacer negocio; queremos acercar a la gente al arte y para este año esperamos a más de 40,000 visitantes", planteó Quijas, el impulsor del proyecto, pese a que los libros exhibidos ostentan precios inasequibles para la mayoría de los habitantes de un estado con flácidos salarios y donde el fracaso del sistema educativo es patente. "La obra de arte considerada como un bien simbólico (y no como un bien económico, lo que también puede ser) sólo existe como tal para quien posee los medios de apropiársela, es decir, de descifrarla"[1], dice Pierre Bourdieu. Y, ¿quién puede apropiarse la obra de arte?, ¿quién puede descifrarla? Un acercamiento real requiere de un análisis sociocultural de la entidad.

La feria parece estar dirigida hacia una minoría educada, con poder adquisitivo; se establece en los lugares que ésta frecuenta: espacios en el Centro Histórico de la ciudad; no va más allá de éstos ni plantea estrategias de verdadero acercamiento. Es evidente la instrumentalización de los espacios para fomentar y sostener relaciones de poder.

Llama la atención que, nuevamente, en la feria del libro que cuenta con apoyo del gobierno estatal, el programa no contemple a escritores locales, ni a aquellos que cuentan con obra, publicada o inédita, escrita en alguna de las lenguas originarias de la entidad. Tampoco parece contemplar a los creadores audiovisuales de Oaxaca. La respuesta de Quijas en la conferencia fue clara: "no es posible incluir a todos". El lector cuidadoso podrá detectar que en los programas de mano de las ediciones anteriores, si hay presencia de creadores locales, sólo ocupan mesas secundarias o adoptan el papel de moderadores.

Es histórica la percepción colectiva de la inferioridad de lo propio, las altas esferas intelectuales de Oaxaca parecen atisbarse en un neocolonialismo antropológico que persigue llevar la alta cultura a aquellos que no la tienen, tal cultura necesariamente ha de venir de fuera. Lo cierto es que en el diálogo entre lo local y foráneo es donde se puede gestar una aproximación sustancial y disminuir el juicio de un público oaxaqueño que cree que lo ajeno es mejor. Aquí radica un problema que parece legitimado por las instituciones: la probable percepción de los públicos respecto a los creadores locales. "La estructura del campo intelectual mantiene una relación de interdependencia con una de las estructuras fundamentales del campo cultural, la de las obras culturales, jerarquizadas según su grado de legitimidad"[2], y la legitimidad sólo las instituciones pueden proporcionarla; ya sea el Estado, o aquellas que ante un Estado acomodaticio sustituyen parte de lo que deberían ser sus funciones. Entonces, los creadores locales, en este sentido, pierden legitimidad; su exclusión en programas de este tipo, que por su carácter internacional podrían ser importantes plataformas de proyección, es un síntoma más de la monopolización del arte auspiciada por el aparato estatal.

El Estado, germen de fisuras culturales

Sí, Oaxaca parece gozar de un boom en el campo de las artes. Pero si el espacio en el que esta eclosión se desarrolla, mediante proyectos generados mayormente por la iniciativa privada, relega a diversos sectores de la sociedad oaxaqueña, a la larga habrá una fisura similar a la que en México se ensancha entre pobres y ricos, una grieta simbólica postrada sobre el espacio y que invita a pensar la interpretación del llamado desarrollo, como un concepto que no solamente involucra bienes materiales, también categorías sumergidas en las aras del prestigio.


Hoy, padecemos los efectos gestados en un sistema gubernamental que ha adoptado una actitud comodina frente a las iniciativas civiles. La 31 Feria Internacional del Libro es tan sólo un síntoma cultural que exhibe dos rostros complejos, ambos efectivos; la del impulso artístico de una entidad, con fines de desarrollo cultural en sus integrantes, pero también con objetivos económicos privados; y por otro lado, la legitimación simbólica de una clase intelectual foránea sobre la local, y a su vez, la de éstas dos por encima de la colectividad.

Habrá que sopesar ahora el fenómeno en conjunto y su complejidad; sobra decir que de no existir esta clase de iniciativas, Oaxaca sería probablemente una de las entidades más rezagadas en materia de cultura


entendida ésta en su sentido estrictamente artístico. La gran mayoría de las iniciativas culturales provienen de esfuerzos independientes que, por lo mismo, no garantizan su continuidad y a largo plazo caen en la incertidumbre (véase el caso de El Pochote Cineclub).
Proyectos de esta magnitud que pretenden un acercamiento al arte son -si no hay un sistema educativo adecuado, compromiso y eficacia gubernamental, estrategias para generar una oferta accesible a todos los públicos y su descentralización- inasibles por su carácter monetario e intelectual, y más allá de ser ejes de verdadero impulso a la cultura, adquieren un rostro oscuro que genera fisuras simbólicas, más allá de las económicas, al interior de las clases sociales y las culturas.


*Publicado originalmente en El Jolgorio Cultural
** Oscar Tanat (1984) es u joven escritor de Oaxaca, Oaxaca, estudió antropología y teatro. http://oscartanat.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios son bienvenidos, pero por favor no utilice palabras soeces. Cualquier mensaje que contenga una palabra soez será bloqueado. Nos reservamos el derecho de retirar cualquier comentario que incluya palabrotas, excepto cuando sean usadas como interjecciones.