domingo, 27 de noviembre de 2011

BRASA*


“… trayendo en memoria frecuente los trabajos, fatigas y dolores de Cristo nuestro Señor,
que pasó desde el punto que nasció hasta el misterio de la pasión en que al presente me
hallo” (EE.EE.206)
Para ser brasa
en el centro del hogar,
hay que haber ardido
enteramente,
hasta el corazón
de la madera.

Sólo así la brasa

será fuego contenido
sin manchas negras
de nostalgia vegetal,
sin añoranzas
de brisas y de ríos.

La brasa agradece
la ceniza que la cubre,
la esconde y la protege,
no necesita llamaradas
que reclamen atenciones.


Su intimidad naranja
caldea sin dar miedo,
y en su ternura sobria
nadie se calcina.

Vive lenta y duradera,
ni crepita quejas
ni seduce soledades.

Como memoria tibia
de encuentros libres
que sonríen por la vida,
ama su borde de ceniza.

*Poema contenido en Salmos para "gustar y sentir internamente", un acercamiento de Benjamín González Buelta, por medio de la poesía, al pensamiento de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.




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