Por Marco Lara Klahr
A la par del periodismo, hace
décadas intervengo en iniciativas para la profesionalización de los
periodistas policiales y judiciales, y siempre pensé que lo esencial
―aún más que los conocimientos transmitidos― era contribuir a que mis
colegas desarrollaran una cierta sensibilidad y, enseguida, un impulso
militante en pro de los derechos y la legalidad dentro de sus
comunidades.
Anoche me cambió esta idea al terminar la lectura de Picar piedra. Iniciativas ciudadanas frente a la violencia
[Fundación Heinrich Böll-Oficina para México, Centroamérica y El
Caribe, 2012]: quedé convencido de cuán fundamental es, además, la
construcción de la esperanza.
Picar piedra. Iniciativas ciudadanas frente a la violencia,
coordinado por Ingrid Spiller y Rodolfo Aguirre, reúne ensayos de
académicos y activistas de México, Centroamérica, Colombia, Argentina,
Brasil e Italia, participantes en la conferencia internacional «Ilegal
sin fronteras. Crimen organizado transnacional y el futuro de un mundo
democrático», organizada por la Fundación Böll [noviembre 2011, Ciudad
de México].
El volumen explica el fenómeno de la
violencia por sus causas y efectos en las sociedades, comunidades y
personas, pero sobre todo visibiliza aquello que el discurso político
autoritario, la industria noticiosa y la delincuencia organizada no
dejan mirar lo mismo en Ciudad Juárez y Tegucigalpa que en Reggio
Calabria: la acción ciudadana que asume el desafío de relacionarse de
otra manera en una atmósfera de ilegalidad, corrupción, abuso y
violación de derechos humanos que se antoja inamovible.
«Este libro ―precisa Annettte von
Schönfeld― es el intento de darle un foro a toda una serie de
iniciativas civiles […] que tratan de enfrentar la violencia cada vez
más cotidiana. Van de iniciativas que ponen sus esfuerzos en la
reconstrucción de tejido social, hasta las que se proponen acciones para
romper la hegemonía cultural de la violencia. Con su actuar se muestra
que hay posibilidades de enfrentar la sensación de impotencia, que hay
tareas y estrategias civiles […] para reconstruir la convivencia
pacífica» [p. 6].
En uno de los ensayos medulares, «La
paradoja de la represión. La impotencia del Estado ante el crimen
organizado», Edgardo Buscaglia ofrece la más sobrecogedora panorámica de
la violencia en México y Centroamérica producida por la impunidad, la
corrupción política y la delincuencia «barbarizada», cuyas
organizaciones ―mexicanas― se han extendido a Europa y Asia mediante 22
rubros de negocios que van del tráfico de personas, estupefacientes y
armas, y el lavado de dinero, al asesinato, el secuestro y la extorsión,
amparadas por élites que detentan el poder público.
Dicho ensayo permite dimensionar la
valía de las de iniciativas que luego documenta el libro, entre las que
destacan por su rigor metodológico, creatividad e incidencia social:
- La Burrita de la Paz, «plataforma de paz» desarrollada en la capital guatemalteca por el Grupo CEIBA, para «fomentar una cultura de paz entre los ciudadanos a partir de la transformación del conflicto y la construcción de paz» [p. 76] ―toma su nombre de la camioneta itinerante que aloja a vecinos deseosos de resolver sus conflictos.
- El Museo de la `Ndrangheta, fundado por la Asociación Antígona en una mansión confiscada a la mafia calabresa `Ndrangheta ―en Italia―, que es «símbolo de los valores de la democracia y trabaja día tras día en contra de la cultura de callar y de cerrar los ojos. Su convicción es racionalizar y objetivar el verdadero conocimiento de la realidad, de los mecanismos de la criminalidad organizada, en el entendido de que esto puede contribuir a una vida autónoma en una sociedad demócrata» [p. 131].
El jueves presentaremos esta valioso documento en la Ciudad de México [enero 17, 2013, 18:00 horas, Casa Lamm],
en una mesa organizada por la Fundación Böll donde ahondaremos en el
significado de seguir construyendo la esperanza desde el latir de
nuestras comunidades, misión en la que los periodistas también tenemos
vela.
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