Blanca Padilla

Desde el primer instante en el
que exponemos nuestros sentidos a este mundo comenzamos a tener lecturas de él,
con distinto ánimo, con diferentes herramientas, pero todos nos vamos formando
gracias a estas lecturas que entre más diversas hacen más rico nuestro
conocimiento y más amplio nuestro criterio.
Con los libros pasa igual,
quienes aprendemos a amarlos ya no podemos vivir sin ellos, unos nos llevan a
otros y de pronto llega un momento en el que solo vivimos entre libros. No creo
que sea malo; pero, eso nos priva, a veces, de las experiencias reales,
recogidas de primera mano y que nos acercan a nuestros semejantes.
De esto nos habla un poco Nikos Kazantzakis en Alexis Zorbas, novela
que dio origen a la película Zorba el griego, donde tan magistralmente actuó
Anthony Quinn.
En esta obra, vemos a un griego socarrón y aventurero con una filosofía
propia, Zorba, quien ha construido su vida leyendo en las líneas de la vida y a
un tímido Basil, escritor inglés que no abandona sus libros y que pretende
encontrar todas las respuestas en ellos, hasta que conoce a Zorba.
“Enséñame a bailar”, le pide en la última escena.
“Enséñame a bailar”, le pide en la última escena.
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