Por Blanca Padilla

Para
ella, la vida no volverá a ser igual después de 2006. Su capacidad visual
disminuyó considerablemente luego de los golpes y maltratos a los que fue sometida durante su
detención y encarcelamiento, primero en Miahuatlán y luego en el penal de
mediana seguridad de Tepic, por su participación en el movimiento magisterial.
“Sólo
es físico el daño” dice, “mi voluntad está intacta. Otros compañeros no pueden
decir lo mismo, todas las torturas físicas y psicológicas a las que nos
sometieron en la cárcel de Tepic iban encaminadas a perdernos, a someternos
hasta la ignominia y con algunos lo consiguieron”.
-¡Ustedes
pendejos fueron los que hicieron tanto desmadre!
-¡Yo
creo que los pendejos son otros!, gritó uno más y continuaron riéndose mientras
nos miraban con desprecio”. Recordó Dalia, quien, según comentó, su estancia en
la cárcel no la afectó emocionalmente porque se escapaba de esa realidad de
encierro y ultraje, cantando.
--Yo
cantaba, a pesar de que los custodios que me callaban cada vez, y lo hacía
fuerte, con la esperanza de que mis compañeros me escucharan y sintieran ánimos.
De Miahuatlán a Tepic, ignominia y
terror sicológico
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Cefereso de San José del Rincón, Tepic, Nayarit. |
A
los presos durante el movimiento magisterial de 2006, en todo caso, les
correspondía ser procesados en Ixcotel, la cárcel local; sin embargo, los
llevaron a Miahuatlán. Cometiendo con esto una primera violación a sus derechos jurídicos y humanos.
La segunda fue no darles oportunidad alguna para defenderse. No se les permitió
presentar pruebas en su favor en las 72 horas siguientes a su detención.
La
tercera, y más grave, fue trasladarlos, 20 días después, a San José del Rincón,
Tepic, en el estado de Nayarit, a un
penal federal de mediana seguridad.
Para
este propósito, los subieron esposados a los helicópteros, donde los llevaron amontonados,
en posición fetal, amenazándolos todo el tiempo con arrojarlos al vacío, sobre
todo cuando sobrevolaban el Pacífico.
Vida carcelaria
Algunos
de los maestros y miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca
(APPO), que fueron apresados, sólo permanecieron en Ixcotel, mientras, otros, como Dalia,
estuvieron primero en Miahuatlán y enseguida los trasladaron a
Tepic.
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Penal de Miahuatlán, Oaxaca. |
Dadas
estas circunstancias, ella nos pudo decir que el común denominador en estos
tres penales es el maltrato que se les
da a los presos políticos, algo peor, en algunos aspectos, que a los
delincuentes comunes.
Al
llegar al penal de Miahuatlán, todo preso debe permanecer hasta un mes en el
Centro de Observación y Clasificación (COC), una celda de unos18 metros
cuadrados donde se determina su perfil criminalístico. “Es un penal para
hombres por lo que, nosotras como mujeres tuvimos que convivir en el COC con enfermos mentales o discapacitados
durante los 20 días que permanecimos ahí”, explicó Dalia.
Dijo
que mientras los presos comunes pueden entrar y salir de su celda, ellos debían
bajar a las seis de la mañana y no podían regresar sino hasta las siete de la
noche.
Según
Dalia, estructuralmente, el penal de Miahuatlán consta de 3 edificios
denominados “A”, “B” y “C”. En el “C” están los “Malillas”, presos que cometen
un delito o se drogan dentro del penal y a este edificio también lo llaman “El
Titanic” porque cuando llueve siempre se inunda.
Casi
todas las celdas son para cinco presos, por el número de “piedras” o camas que
tienen; pero, es común que haya más de cinco. En el patio están las canchas
deportivas y una palapa o kiosco para las visitas. Es como un pueblo chiquito,
refirió, porque además cuenta con una escuela a la que asisten entre 20 y 30
niños, hijos de los presos.
La
situación empeoró para ellos en el penal de Tepic. “Los horarios eran más
estrictos. A las cinco de la mañana todos debíamos estar despiertos, hacer las
camas y bañarnos con agua fría lo más rápido posible. Teníamos sólo 5 minutos
para hacerlo. Luego venía el pase de lista y el desayuno. Quien no cumplía con
la rapidez requerida recibía insultos o golpes. “El régimen es militarizado”,
resumió.
Ahí,
por lo que observaron, los presos comunes están más restringidos que en penales
como Ixcotel o Miahuatlán. Pueden andar en el patio, pero no solos, hay celadores
que los vigilan a cada paso. Tampoco se pueden reunir más de dos; pero los
presos políticos no podían ni siquiera abandonar sus celdas.
Acerca
de la comida, Dalia comentó que en Tepic es buena y abundante, generalmente a
base de carne y que también les dan postre; pero, si éste les gusta a los
custodios se lo quedan y lo mismo ocurre en el caso de los guisados que a veces
llegan “rasurados”, sin carne.
Infierno anticipado
En
Miahuatlán, los “malillas” o drogadictos, rebeldes y los que cometen algún
delito dentro del penal son enviados de un mes a un año a celdas de castigo, infestadas
por cucarachas y embadurnadas de excremento y vómito, donde permanecen trabajando,
aislados, sin convivir con la “población”.
Pero,
con todo, refirió Dalia, “la vida de un prisionero en Miahuatlán es más
llevadera que en Ixcotel y mucho mejor que en Tepic; nosotros no podemos decir
que fuimos tratados mal”, dijo.
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Cereso de Ixcotel, Centro Oaxaca. |
“En
Miahuatlán los presos son más crueles que los directivos” señaló. Cuando les
piden que sugieran castigos para los infractores, generalmente proponen llevarlos
a “El Pozo”, un cuarto sin luz, ni ventilación ni baño que se halla en una
especie de sótano, diseñado para castigos severos. Este sitio generalmente es
usado para recluir a drogadictos que cometen ilícitos y a veces a petición de
los mismos, cuando quieren dejar el vicio.
Pero,
esto es muy indulgente en comparación con lo que ocurre en la cárcel de Tepic, de
acuerdo con lo que relató “Armando”, un integrante de la APPO que estuvo preso ahí.
Las
celdas de castigo extremo, en Tepic, tienen 1 metro de ancho por 1.5 de
largo y 1.60 de altura. Son prácticamente cubos de cemento con una puerta de
acero que tiene una abertura pequeña, arriba, que solo permite una ventilación
deficiente, apenas para sobrevivir, y otra, abajo, por donde pasan la comida,
generalmente podrida, dijo.
Este
cubo, según refiere Armando, tiene un pequeño agujero que da al drenaje, en el,
por ahí se va la orina, mientras que, el excremento permanece en el piso.
“Yo
estuve más de una vez ahí por levantar la voz y atreverme a replicar ante los
custodios. Me dejaban totalmente desnudo
y cada día, a las cinco de la mañana, luego de una terapia sicológica
consistente en mentadas de madre e insultos de todo tipo, me bañaban a
manguerazos con agua helada”, comentó Armando con humor ácido, característica
que lo ayudó a sortear el sometimiento sicológico en Tepic.
Nos
refirió también de presos que llegan a permanecer años en esos calabozos, donde
quienes tienen un cuerpo robusto y estatura elevada simplemente no pueden
moverse y la única forma en que pueden consumir agua durante el día es
aprovechando los manguerazos del baño matutino, porque no hay más.
Muros, sólo muros
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Cefereso de San José del Rincón, Tepic, Nayarit. |
La
cárcel de Tepic, con un perímetro similar al del centro histórico de la ciudad
de Oaxaca, según refieren los entrevistados, está rodeada por tres gruesos
muros y en el interior se encuentran los juzgados y otras dependencias
judiciales. “Es tan grande como un pueblo”, dijo Dalia.
Para
trasladar a los presos a cualquier lugar los esposan, les ponen grilletes en
los pies y los obligan a ir agachados. “El que se atreve a mirar a un celador
es golpeado”, refieren.
“Ahí
no existe respeto por la persona humana, eres un objeto más, de pronto llegan y
te inyectan o te sacan sangre para hacerte análisis, por ejemplo, y nunca te
preguntan si estás de acuerdo, ni te informan qué sustancia te inyectaron”, relata
esta maestra de la sección 22 desde su humilde vivienda construida con madera y
láminas de latón.
Así
también, comenta que al agua y a la comida que consumen los presos diariamente
le ponen nitro, para inhibir en ellos el deseo sexual. “Hasta en eso se ve que
Oaxaca es un estado pobre, mientras en Tepic diariamente nos ponían nitro, en Miahuatlán
sólo lo hacían una vez por semana y más diluido”, comentó Armando.
“Las
esposas también son de risa en Miahuatlán, ya que son de plástico mientras que
las de Tepic son de acero y encima te ponen grilletes y una especie de bozal
del mismo material, allá están muy bien equipados”, comentó Dalia.
Armando
relató también que en Tepic era común que los celadores los intimidaran con los
perros, que se burlaran de ellos y que los golpearan, a veces a través de
almohadas para no dejar huellas externas.

“Las
visitas que Derechos Humanos nos hizo en este penal, eran una burla”, comentó
Armando, “nos pedían que habláramos con toda confianza, que nadie escuchaba y
que ellos serían discretos, como si no supieran que en todo momento estábamos
siendo apuntados por cámaras”, tan sólo uno más de los atropellos que sufrieron.
Datos
Maestros
y appistas fueron detenidos el 27 de noviembre de 2006, por los enfrentamientos
del día 25 de noviembre con la Policía Federal Preventiva.
Cárceles
a las que se les trasladó:
Penitenciaría
Central de Santa María Ixcotel
Penal
de Miahuatlán, Oaxaca
Cereso
de San José del Rincón, Tepic, Nayarit
Centro
Federal de Máxima Seguridad de Matamoros, Tamaulipas
(Estas
dos últimas prisiones se encuentran a más de mil kilómetros de distancia de la
ciudad de Oaxaca)
Penal
de máxima seguridad del Altiplano, antes La Palma, en Almoloya de Juárez, estado de México (Flavio
Sosa Villavicencio y otros dos appistas).
El
17 de diciembre de 2006, liberaron a 43 de los presos que se encontraban en el
penal de mediana seguridad de San José del Rincón, Nayarit, otros continuaron
ahí.
Saldo
del conflicto magisterial de 2006
349
personas detenidas
370
lesionados
25
fallecidos
Fuente:
CNDH
*Entrevista publicada originalmente en Diario despertar de Oaxaca, 2009.
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