lunes, 29 de abril de 2013

Si a las personas se les «caza», ¿por qué a los periodistas no?


     Por Marco Lara Klahr

Fue una jornada vibrante la del domingo [abril 28, 2013], con la manifestación en Xalapa [Veracruz] y sus réplicas por el país, contra la impunidad de que gozan los asesinos de periodistas. Entusiasma que en clima tan adverso para el ejercicio de las libertades de expresión sigamos organizándonos, o al menos manteniendo el tema en el debate público.
Y no obstante, sigue preocupando un asunto de fondo, que he conversado durante años con colegas del país: salimos a las calles apelando, legítimamente, a la conciencia, empatía y apoyo de la ciudadanía. Luego, al volver a las redacciones, continuamos humillando, denigrando, animalizando con naturalidad a personas, a través de las políticas editoriales y las noticias que producimos. 

Mientras no encaremos como gremio esta esquizoide cultura profesional, dudo que nuestro público comprenda la relevancia de que el Estado garantice el ejercicio pleno de los derechos de periodistas y medios. Como ciudadano, ¿por qué voy a mover un dedo cuando se violenta a un periodista o a un medio, si sé que si a mí alguien me violenta justo un periodista o un medio ahondarán el daño en mi contra al exhibirme inducidos por aquel que me violentó - un policía, un fiscal, un grupo delincuencial, un criminal?

¿Quiénes consumaron los atropellos mediáticos contra Paulette y su madre, o Jessica Lucero - en Ecatepec -? ¿Para quiénes fue el montaje mediático que preparó Genaro García Luna exhibiendo a Florence Cassez? ¿Quiénes legitimaron la violación de derechos del adolescente Edgar producidos por la Secretaría de la Defensa Nacional? ¿Quiénes se beneficiaron del jugoso negocio de venta de noticias sobre tragedias que produjo el régimen de Felipe Calderón al militarizar la seguridad y polarizar a la sociedad?

¿Suponemos que nadie lo nota? ¿Podemos pedir justicia para nuestra compañera reportera veracruzana Regina Martínez y al mismo tiempo criminalizar de forma sistemática a personas detenidas, imputadas o víctimas de delito? ¡Vaya menosprecio a la inteligencia de nuestra audiencia!


Para ilustrar esto con un caso reciente, de alcance global, veamos los siguientes contenidos y sus encabezados, publicados entre los días 19 y 20 de abril [2013]:

1. «Policía de Boston caza a sospechosos de explosiones» [El Noticiero, Joaquín López-Dóriga]


3. «Mantiene policía cacería humana de segundo sospechoso de Boston» [Grupo Fórmula]



6. «Acaba cacería» [Reforma]



Ateniéndonos a esta lógica discursiva animalizante de personas, si a resultas de las explosiones en Boston [abril 16, 2013], Tamerlan y Dzhojar Tsarnárev fueron «cazados», ¿por qué no cualquiera podría pensar, con razón, que Regina u otro de nuestros colegas periodistas asesinados o desaparecidos también fueron «cazados»?

A los hermanos Tsarnárev se les «cazó» porque se les acusaba de un delito. A los periodistas, porque a alguien enfadó lo que publicaron o lo que iban a publicar. Otros ciudadanos son «cazados» por otras razones. Pero el problema no está en las razones, sino en el concepto mismo.

Resulta que el Diccionario de la Legua Española define «cazar» como «Buscar o seguir a las aves, fieras y otras muchas clases de animales para cobrarlos o matarlos», lo cual no tiene relación con el Estado de derecho, donde los derechos humanos, y en particular tanto las garantías judiciales como la libertad de expresión, han sido concebidos precisamente para evitar o sancionar que nos depredemos mutuamente; en esto reside la calidad de ciudadanos.

Si los periodistas pretendemos que no se nos trate como a presas de caza, seamos congruentes, no aceptemos que a nuestros semejantes se les trate así, en la realidad o siquiera en el discurso - las palabras nunca son inocuas. Ciñámonos a esta consigna de Stéphane Hessel: «Si se encuentran con alguien que no se beneficia de los derechos, compadézcanlo y ayúdenlo a conquistarlos» [¡Indígnate!, Destino, 2011]. Esto nos haría ganar al menos un poco de empatía y respeto de nuestros ciudadanos, y de ese modo estar algo más seguros.


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