Por Blanca Padilla
El
caso de David Bucio Dovalí, estudiante de la UNAM detenido la tarde del
28 de noviembre por agentes vestidos de civil de un cuerpo policiaco
presuntamente llamado "Policía Encubierta y de Infiltración", en los
alrededores del metro Copilco, me
reveló lo hipócritas que hemos sido.
Queremos un cambio, pero estamos
dispuestos a arriesgar bien poco y la mediocridad nunca ha logrado transformaciones.
Pocos son quienes se atreven a llevar a
cabo acciones más drásticas e inmediatamente los condenamos y nos deslindamos
de ellos. “Son infiltrados”, decimos. Es posible que algunos lo sean, otros no.
Otros rompen vidrios, realizan pintas o queman una puerta o un palacio
municipal como simple expresión de rabia ante la violencia del Estado.
Pero, para hacer ese tipo de acciones hay que ir con todo, dispuestos a dar la vida o ser encarcelados y torturados y en México, a pesar de todo, la indignación no nos da para eso todavía.