sábado, 7 de diciembre de 2013

Adrián Kellevra, ser y nada más



Por Blanca Padilla
 
—¿Estudiar?, eso no se hace en la escuela sino fuera de ella —dice convencido Adrián Carrasco Alonso cuando se le pregunta si, además de dibujar esos bellos rostros que vende en los tianguis del Distrito Federal y municipios aledaños, estudia.

Fiel a su consigna, este joven de 23 años, mejor conocido entre la banda como Adrián Kellevra, dejó la Escuela Superior de Educación Física, donde cursó por dos años la licenciatura y comenzó a estudiar por su cuenta Filosofía, Historia, Psicología y otras ciencias de su interés.

Ahora, los libros son sus maestros y además de leerlos incansablemente se dedica a su pasión por el arte. El dibujo y la pintura primero.

En esto también desprecia a las escuelas, las técnicas de la radical corriente hiperrealista, en la que se inscribe, no las aprendió en ninguna escuela sino entre la banda, es decir, sus amigos y conocidos con los que organiza sesiones de elaboración y venta de dibujos y pinturas en cualquier plazuela de la ciudad.


Le preguntamos por qué no busca una escuela de artes plásticas para aprender más técnicas o por qué no se inserta en el mundo de las galerías para que más gente conozca lo que hace y, por qué no, venderlas a mejor precio del que las vende ahora en los puestos callejeros. Él responde: 

— Lo que pasa es que me gusta más la música.


Y  a eso también se dedica, toca guitarra acústica y compone canciones. Y esto lo aprendió de la misma forma: con sus amigos. No siente que necesite de más, piensa que nació para el arte, para todas las artes: música, danza, pintura, etcétera. Todo lo puede hacer muy fácil, como si ya lo hubiera hecho en otras vidas y sólo tuviera que recordarlo, dice.

Piensa, también, que los jóvenes no deben dejarse engañar ni instruirse por el Sistema. “Tenemos nuestra propia mente, no debemos dejarnos engañar, no debemos dejar que nos cambien, que nos reorganicen. Todos tenemos una vida por vivir y este Sistema solo dice ‘que sobrevivan los más aptos’. Dice ‘sobrevivir’ no vivir”, subraya.

Utilitariamente, se le pregunta qué hará con todas estas formas de arte que practica, que ganará, y él contesta

dubitativamente al principio y luego muy seguro:


—¿Hacer?, no sé, yo sólo quiero ser.


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