sábado, 8 de junio de 2013

Prueba enlace, una forma más de hacerle al tío Lolo

Por Blanca Padilla


Una golondrina no hace verano suele decirse, pero también se dice que para muestra basta un botón. Eso es justo lo que expondré a continuación: una pequeña muestra de cómo se aplica en México la  Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE).

Nezahualcóyotl fue el municipio donde tuve oportunidad de participar como observadora en una escuela secundaria durante la aplicación de dicha prueba y lo que vi me dejó indignada, apesadumbrada, consternada.

La carrera por la modernización y la calidad educativa comenzó en nuestro país desde la época de Miguel de la Madrid, en los años ochenta del siglo pasado, y vio sus primeros frutos en el periodo de Carlos Salinas.
Desde entonces, hemos visto desfilar programas y pruebas para medir la calidad de escuelas, alumnos y profesores, como si se tratara de productos a los que se debe calificar para determinar si son aptos o no para su venta en el mercado global.

Las pruebas estandarizadas, por estas y otras razones como su carácter impositivo, nunca han sido bien recibidas y menos entendidas por los maestros y alumnos, ya sin hablar de los padres de familia. En Oaxaca de plano los maestros no las aceptan y hacen bien, seguramente actúan con mayor honestidad que quienes, a su modo,  las aplican.

Retomando la historia, primero tuvimos el  salinista Programa para la modernización educativaque desencadenó la descentralización de la educación en el país y, ya en el periodo de Ernesto Zedillo, la creación del Ceneval,  una forma estandarizada de evaluación para profesionistas, con lo que nos sumamos a la corriente de medición de calidad impuesta por Estados Unidos, vía el Tratado de Libre Comercio (TLC).

Y a partir de ahí, como menciona el fotoreportero David Bacon en el reportaje US-Style School Reform Goes South, Reformers aretargeting Mexican teachers, wielding tests as a weapon. Sound familiar?, México se ha encargado de copiar estas medidas neoliberales de Estados Unidos, aunque en ese mismo país tales estrategias tengan opositores. 

Esto fue el principio, después vino Carrera Magisterial,   un programa de estímulos para docentes que solamente ha servido para dotar de más privilegios a unos cuantos,  y últimamente la prueba Enlace cuyo propósito, de acuerdo con el Instructivo para padres observadores del proceso de aplicación, es: “obtener información valiosa para mejorar la calidad de la educación que reciben los niños y las niñas de todas las escuelas del país”.
De manera más amplia la SEP informa:

“El propósito de ENLACE es generar una sola escala de carácter nacional que proporcione información comparable de los conocimientos y habilidades que tienen los estudiantes en los temas evaluados, que permita:
  • Estimular la participación de los padres de familia así como de los jóvenes, en la tarea educativa.
  • Proporcionar elementos para facilitar la planeación de la enseñanza en el aula.
  • Atender requerimientos específicos de capacitación a docentes y directivos.
  • Sustentar procesos efectivos y pertinentes de planeación educativa y políticas públicas.
  • Atender criterios de transparencia y rendición de cuentas."
La prueba Enlace entonces, no es para calificar a los alumnos sino al sistema educativo, principalmente el trabajo docente. Los resultados deben servir como base a los maestros para ajustar sus procesos pedagógicos, de tal suerte que la calidad de la educación mejore.

En otras palabras, la prueba Enlace no es para saber si los niños son de 10 o de 5, sino para que, con base en los resultados, los maestros se pregunten: “por qué fallaron en esto o en aquello, por qué aún no tienen bien aprendidos estos o los otros conceptos, qué estoy haciendo mal o qué estoy haciendo bien, cómo puedo remediarlo, qué estrategias debo aplicar”.

No obstante los maestros, para omitir este segundo paso, porque es el que implica trabajo,  han informando lo que repiten los medios, que el único propósito de la prueba es calificar el desempeño de los alumnos.

Así, con el objetivo de evitar revisar sus procesos pedagógicos, hacen todo lo posible para que los estudiantes obtengan los mejores resultados. En algunos casos, manipulando el proceso.

Por lo menos eso percibí en la escuela donde estuve como observadora, donde registré las siguientes irregularidades:

1. La más grave: director y maestros advirtieron a los alumnos que la prueba tendría repercusiones en sus calificaciones e incluyeron, para este fin, hojas alternas de respuestas.

Los alumnos tenían que responder en las hojas de respuesta de la SEP (anaranjadas) y en las de la escuela (blancas). Contraviniendo con esto la disposición de la SEP que señala:  “los resultados que obtengan  no impactarán en las calificaciones de los alumnos, servirán para explorar su nivel de dominio de los conocimientos y las habilidades cognitivas que tengan en las asignaturas de Matemáticas, Español y Formación Cívica y Ética.”

“Si no lo hacemos así, los alumnos no le echan ganas”, se justificó el director.

2. Segunda en gravedad: para los alumnos que tienen bajas calificaciones no se pidieron exámenes o si estos llegaron a esos alumnos se les pidió que se fueran porque no habían llegado sus hojas de respuestas. En el salón donde estuve hubo cuatro de estos casos y me enteré de situaciones similares en los demás grupos.

2. A todo esto, podrá preguntarse el lector suspicaz: ¿por qué no lo reportó con la autoridad competente?  Pues, simplemente porque no había autoridad competente ni se nos explicó ante quién podríamos acudir en estos casos.

Por parte de la SEP, estuvo un personaje denominado Coordinador, un jovencito que fue contratado ex profeso de manera temporal y que hacía todo lo que el director le pedía.

El director me dijo, algo molesto, cuando pregunté dónde se consignarían las observaciones y a quién debíamos entregárselas: ¡tiene usted observaciones? En ese caso tiene que entregármelas a mí que soy la autoridad y veré cómo darles solución.

Sentí que había cometido un pecado mortal, nadie más lo hizo, los  veinte padres de familia que ahí se hallaban aprobaron con sumisión  y beneplácito todo cuanto el director proponía. Eso sí, durante todo el proceso estuvieron bien pendientes de que los niños no copiaran.

No le hice más que una observación al director, sobre la ignorancia de una maestra de Mecanografía, quien a una alumna le definió mal una palabra propia de su área. Lo demás, le dije, no tiene caso porque usted no puede ser juez y parte.

Estas fueron algunas de mis observaciones entre las cuales, de manera general quiero subrayar el carácter autoritario de nuestro sistema educativo, de nuestra sociedad.

Pude observar el énfasis que pusieron los maestros para sentar a los alumnos por orden de lista y, en el colmo del absurdo, como insistieron en que se dejaran vacíos los mesabancos de quienes faltaron o están dados de baja, aún cuando éstos no eran suficientes. Pero, cuando se daban cuenta de ello, los alumnos resultaban ser los culpables por no haber solicitado los faltantes.

Hubo gritos, amenazas y humillaciones hacia los alumnos por parte directivos y profesores. Pero eso no paró ahí, al comentarlo con padres de familia, la respuesta que obtuve fue: “es que de otra manera los muchachos no entienden, están desatados, son terribles, solo así obedecen. Gracias a eso esta escuela ha obtenido los mejores resultados en la prueba Enlace y está entre las escuelas de calidad”.

Y al preguntarles a los niños qué les parecían esas actitudes, solo dijeron: “así son siempre, acusarlos, no, con quién, para qué nos metemos en problemas”.  Cómo dice Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas: “la fuerza no es sino una casualidad nacida de la debilidad de los otros”.

Los jóvenes son los enemigos a vencer. Su inquietud, su energía, su rebeldía son lo que debemos someter para hacerlos como nosotros: seres sumisos, callados y cobardes o autoritarios, violentos y corruptos. Justo lo que necesita el Sistema. Y en esto, más que las imposiciones de Estados Unidos y los neoliberales, quienes están incidiendo somos los padres de familia y nuestros propios maestros, adalides de la democracia.

Así las cosas, y eso que la prueba Enlace evalúa  Español, una asignatura que según la SEP en sus Planes y Programas,  y concuerdo con la institución, debe servirnos para aprender a hablar y a escribir de forma que podamos usar estas herramientas para defender nuestros derechos y criterios, para hablar cuando se debe y es justo.

Y más paradójico aún, en esta prueba se está evaluando Formación Cívica y Ética y enseñamos a los alumnos a hacer trampa, porque no son tontos, se dieron cuenta de que justo sus compañeros con malas calificaciones fueron quienes curiosamente “faltaron” al  examen. “Qué defraudadores son estos maestros”, me comentó una alumna.

Así queremos mejorar nuestra educación para ser competitivos en este mundo globalizado: haciéndonos tontos solos. 

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