Ante la situación de guerra vivida en buena parte
de México durante los últimos seis años, en 2010, mientras cubría la sección de
Cultura para un diario oaxaqueño, al
entrevistar a los artistas locales, radicados o visitantes, insistí en hacerles una pregunta:
¿qué puede hacerse desde el arte para mantener la paz o para lograrla?
La respuesta que entonces me dio el pintor de bodegones James
Willy me pareció valiosísima, pero poco o nada pertinente para acompañar la
nota sobre su obra y exposición en ciernes. La guardé. Hoy en cambio, me parece apropiado
recordarla.
El también doctor en música me relató una anécdota del reconocido
músico argentino Daniel Barenboim, quien de acuerdo con Willy, ha demostrado con sus acciones lo
que el arte puede hacer por la paz, por superar el estado de psicosis que se
vive a nivel mundial.
Entre esas acciones, además de sus controvertidos
conciertos e integración de orquestas con músicos israelíes y palestinos, está
el encuentro que arregló en su casa, en los años noventa, entre Yaser Arafat e Isaíah Rabín, los líderes en aquel momento de la comunidad Palestina y del Estado
israelí, respectivamente.
Relató el pintor cómo este músico, de nacionalidad israelí y
argentina, naturalizado español y con ciudadanía palestina, invitó a comer a
estas dos personalidades bajo la única condición de no hablar del conflicto, de
nada que tuviera que ver con sus cargos públicos.
Solo podían hablar de asuntos personales y domésticos
mientras disfrutaban la comida y escuchaban música. Así transcurrió la
convivencia en la cual los líderes de esos pueblos en guerra hablaron de sus familias, de sus aficiones y descubrieron su mutuo gusto por Wagner y por el
ajedrez y por uno que otro platillo.
“Bareboim había
logrado que se encontraran dos seres humanos sin anteponer cargos o títulos o
responsabilidades y el arte, como actividad humana, jugó en todo esto un papel de medio de comunicación”, sostuvo el pintor,
quien también piensa que reconocer lo que tienen en común, impide a las personas matarse entre sí.
“No se van a matar quienes tienen las mismas
sensibilidades”, dijo haciendo eco de una tesis del propio Baremboim, quien también piensa que solo la creación de dos Estados, o tres contando a Jordania, en igualdad
de circunstancias, puede traer la paz a esa región. Ojalá el paso que se dio en la ONU hace dos días sea un inicio para convertir en realidad ese sueño y ojalá en México la guerra se termine ya.
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