jueves, 20 de diciembre de 2012

El fin del mundo (I)


Yo me voy para Pasargada
Aquí yo no soy feliz…
Allá la existencia es una aventura

En Pasargada hay de todo
Es otra civilización
Hay un proceso seguro
De impedir la concepción
Hay teléfono automático
Y alcalóides a bastedad
Hay prostitutas bonitas
Para que uno se enamore.... 

Carlos Drummond de Andrade

Jesús Rito García

-Si se acaba el mundo, yo me voy pa’ TehuaYork.
-El mundo se va a acabar, lo mejor sería tomarnos la última cerveza.
-Comienza a temblar, la gente corre hacia todas partes, sabe que es el fin del mundo. En medio de la plaza hay un hombre sentado. Todos le dicen que corra, él sólo los saluda y no responde. Ese tipo sabe que el fin del mundo es un invento del hombre maya. Se caen las casas, todos mueren. En medio de la plaza, o de lo que queda de ella, aquel hombre sigue sentado; de la tierra surge un gigante con atuendos mayas; ve al tipo y le pregunta quién es. Él responde, soy el único sobreviviente del planeta. El gigante responde: En verdad que son una plaga…
-Mi abuela sentada en su mecedora me pregunta. ¿Es verdad que el mundo se va a acabar precisamente este viernes? Yo le respondo que es una vil mentira, una mala interpretación del calendario maya... Ella me responde, está bien hijo, te creo. Es que yo pensaba que me iba a morir sin ver el final de mi telenovela que termina hasta la siguiente semana. Uffff…
-La gente escribe que es una vil mentira el final del mundo, pero ayer en la oficina, mis amigos comenzaron a sembrar el pánico. Decían que no se acabaría el mundo, pero que según los estudios más reciente sobre genética, estética, robótica biomolecular y cosas de las ciencias ocultas y fenómenos paranormales; el mundo no se acabaría, no explotaría el planeta en mil pedazos; pero sí nos convertiríamos en zombis. Habría una nueva raza con 5 ojos, 4 piernas, 3 brazos y no tendríamos boca. Viviríamos solo del aire. En la oficina todos tenían miedo de las cosas que decían, pero había algo bueno de esta historia. Si vivimos del aire, ya no tendríamos que cocinar… ya nos ahorraríamos un dinero, dijeron todos y se marcharon un poco más tranquilos…
-Otra de las teorías de los compañeros de oficina, es que si se acabara el mundo, precisamente no nos moriríamos todos, quizá algunos sobrevivirían. Entonces comenzamos a planear las estrategias. Pensamos que sería bueno tomar clases de agricultura, plantas medicinales y cacería. También pesca, aunque si se derrama todo el petróleo de las refinerías y las plantas nucleares, el mar estaría muy contaminado y la tierra también. Por eso queremos construir un bunker. Después cosechar nuestra propia comida. Salir a cazar animales, vestirnos con pieles, inventar nuevamente el fuego… Ya cuando comenzábamos a plantear la estrategia de la nueva sociedad, que según amigo economista, tendría que ser tribal. A mí lo único que se me vino a la mente fue estar vestidos con botas picudas. ¡Chale!, esa parte ya no me gustó y mejor abandoné la charla. Además ya era la hora de la salida. Les dije que si se acaba el mundo y sobrevivíamos, me mandaran un mensaje vía inbox… para ver dónde nos veríamos y reinventar el mundo. Obviamente con algunas chicas… así sí valdría la pena comenzar de nuevo vestidos de tribaleros.
-Como sé muy bien que para después del viernes ya no habrá mundo, o sea, que este meritito viernes se acaba todo, estoy pensando pedir dinero prestado, me compro lo que nunca pude comprarme, un reloj que hable… “Es hora de levantarse, son las cinco de la mañana”; también buscaría sacar un crédito para un coche de lujo, ya saben, de esos que se manejan solitos, de los que traen GPS… también iría a la playa, a un hotel de lujo, pediría las bebidas más caras, invitaría a la chica más guapa del antro a pasar la noche en la suite… quizá tome el primer vuelo que me lleve al polo norte, a ver ballenas y osos polares, contrataría un guía para ver el mundo desde los montes Himalaya… No sé, algo tengo qué hacer para este fin del mundo… esto no sucede todos los días.
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