martes, 18 de abril de 2017

Danza macabra


Por Blanca Padilla

Foto: Celestino Robles

Los zopilotes, auras o gallinazos son animales emblemáticos a los que la literatura ha recurrido en múltiples ocasiones, incluso desde Calipso a quien, según la leyenda griega, los dioses castigaron por amar a Odiseo aun contra la voluntad de éste.

Así como Prometeo sufrió el castigo de ver cómo un águila devoraba su hígado que se regeneraba de manera incesante, por haber traído el fuego a los hombres, Calipso tuvo que pagar por haberle entregado su amor a Ulises. Pero en vez de águila era un zopilote, el que come carroña y putrefacción, quien taladraba su muerto corazón desgarrándolo continuamente.

En las leyendas mesoamericanas, se habla de la existencia de una ciudad de la oscuridad, especie de infierno a la que llamaban Xibalbá, cuyos gobernantes tenían la cabeza de zopilote.

En las obras de Gabriel García Márquez, los gallinazos forman parte de pasajes donde la lobreguez y el calor húmedo y descompuesto de la región costeña, así como las constantes matanzas ocurridas, les dan un escenario perfecto a estos carroñeros.

En El otoño del patriarca, estos animales, con todo y su mal olor y aspecto, toman por asalto la casa presidencial, llena de lujos, en el momento en el que el poderío del coronel y la sociedad a la que representa están feneciendo. Los zopilotes personifican aquí a la muchedumbre hambrienta que combatía ese régimen y al mismo tiempo la violencia y el oportunismo con el que algunos actuaban en esa lucha.

El historiador mexicano Paco Igancio Taibo II, retoma para su reciente best seller, Temporada de Zopilotes, la idea de que representan lo perverso, la traición, la confabulación. En esta obra el escritor nos entrega un análisis novelado del episodio de la historia de México conocido como La decena trágica, los diez días que culminaron con el asesinato del presidente Francisco y Madero.

“La tensión estaba en el aire. La ciudad de México era un hervidero reaccionario y porfirista donde los generales que juraban fidelidad al presidente Madero conspiraban por las noches para dar un golpe de Estado”, escribe Taibo II.

Y qué son los gallinazos, jotes, zopilotes, oripopo, sucha o auras como se les nombra en las distintas regiones de América. Son aves que pertenecen a la familia Cathartidae, muy extendida y común en América.

Foto: Celestino Robles

Algunas de estas aves no tienen plumas en el cuello y otras tienen la cabeza roja. Entre ellos el zopilote rey es el único con alas blancas y ornamentos en la cabeza que lo hacen muy vistoso, aunque conserva el mal olor común a los de su especie.

Y cuando en las leyendas y las obras literarias se le relaciona con lo perverso, lo sucio y lo putrefacto, no se exagera aunque se haga tomando como parámetro la moral y los sentimientos humanos, sin considerar que ellos sólo obedecen a su naturaleza y no se puede decir si son malos o buenos.

Con todo, presenciar lo que estos animales hacen, cuando son atacados por el hambre, no es nada agradable.

Las leyendas urbanas que se cuentan acerca de los perros que los zopilotes matan en el basurero de Zaachila, Oaxaca, extrayéndoles los ojos primero para después succionarles las entrañas por el ano, no son tales.

Foto: Celestino Robles

Este comportamiento no es una leyenda, es una realidad y mi amigo Celestino Robles y yo tuvimos la fortuna y la desgracia de presenciarlo, en el otoño del 2010, a la orilla de la carretera Oaxaca - Puerto Escondido, en las cercanías de San José del pacífico.
A riesgo de pecar de escatológicos lo compartimos en esta oportunidad.

Cabe destacar que el perro atacado aún respiraba y se movía espasmódicamente al momento de observarlo. Estos carroñeros, cuando no encuentran comida, suelen atacar a perros pequeños y en ocasiones a venados.

Como vuelan generalmente en parvada, rodean a la presa, luego uno salta sobre un ojo y, enseguida, lo secunda otro, que se lanza por el que aún le queda al inocente perro. Cuando la presa da vueltas, desorientada, la atacan por el ano para alimentarse con las heces y las entrañas, una verdadera danza macabra.

A simple vista, el perro parecía intacto. Sin embargo, estaba totalmente vacío. Era sólo piel, músculos y huesos con apenas un hálito de vida.



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