domingo, 8 de mayo de 2016

MÉXICO, DIME QUE ESTÁS LLORANDO Y SABRÉ QUE AÚN HAY ESPERANZA

Por Blanca Padilla
Para I. H. Cruz,
quien me mantiene al día de las desgracias
que padece el bellísimo estado de Guerrero
y la zozobra en la que se debate su gente.

El Estado mexicano, obedeciendo los mandatos del sistema económico neoliberal, está utilizando en nuestra contra una política de terror y exterminio pero,  como sociedad, aún no nos cae el 20.



Cada día, como hoy, llegan terribles noticias de la violencia en el país, principalmente desde Guerrero, el estado más militarizado desde hace muchos años, pero en el que menos indicios de paz se ven. 

La situación se recrudece cada día más: el odio y la violencia aumentan causando zozobra entre la población. Pero no hacemos nada.

La estrategia gubernamental está cumpliendo su objetivo: la llamada “guerra contra el narco”, no ha solucionado el supuesto problema de fondo que persigue, pero si ha logrado que la sociedad comience a paralizarse por el terror.

México se está quedando indefenso ante los embates del neoliberalismo salvaje. Ejemplo: las flamantes “reformas estructurales” pasaron prácticamente sin contrapeso alguno.
Esta violencia sistemática e intencional que se agudizó durante el gobierno de Felipe Calderón y que continúa con el actual gobierno priista, donde el caso más grave fue la desaparición inexplicable de 43 estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero, pretende controlar o eliminar a la disidencia política y se ha constituido en un mecanismo de control social al infundir miedo y terror entre la sociedad, como ha señalado el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos ¡Hasta Encontrarlos!

Por eso, como sociedad, estamos llamados a desarticular ese mecanismo y para ello no sólo hace falta que nos enteremos de lo que nos está pasando, es necesario que asumamos nuestra responsabilidad en la generación de la violencia y que participemos para generar la paz, de lo contrario la violencia seguirá moviéndose hacia esquemas de naturalización que nos dejarán sin posibilidades de poder marcarle un alto, como dice el doctor en Sociología y catedrático dela UNAM, Alfredo Guerrero Tapia

Un primer paso para lograrlo es desterrar la apatía y atrevernos a sentir el dolor por los asesinados, por los desparecidos, por los encarcelados injustamente, por las viudas, por los huérfanos… por todas las víctimas de esta violencia genocida.

“Es necesario que la sociedad viva el duelo por la violencia que se está viviendo, porque sólo al procesar esta dimensión socioafectiva se puede dar lugar a la solidaridad y a la toma de conciencia”, señala el doctor Guerrero Tapia.

En otras palabras: México, dime que estás llorando, como dice León Gieco. Dime que estás llorando y sabré que vives todavía.




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