
«El trabajo es la única
honestidad que no me han
arrebatado», confiesa María
Moliner sobre el escenario. Durante la
República, Moliner
participó en las tareas
pedagógicas de la
Institución Libre de
Enseñanza, desarrolló un
sistema pionero de bibliotecas rurales y
a partir de 1936 estableció
mecanismos para enviar libros a los
soldados en el frente. Esta
bibliotecaria aragonesa estaba
convencida de que los libros nos dan la
cultura, y la cultura, la libertad.