«El trabajo es la única
honestidad que no me han
arrebatado», confiesa María
Moliner sobre el escenario. Durante la
República, Moliner
participó en las tareas
pedagógicas de la
Institución Libre de
Enseñanza, desarrolló un
sistema pionero de bibliotecas rurales y
a partir de 1936 estableció
mecanismos para enviar libros a los
soldados en el frente. Esta
bibliotecaria aragonesa estaba
convencida de que los libros nos dan la
cultura, y la cultura, la libertad.
Con la victoria franquista, Moliner fue
depurada. Al final de su vida
sufrió arteriosclerosis cerebral
y es a partir del diagnóstico de
la enfermedad que la actriz Vicky
Peña (soberbia) nos cuenta la
vida de esa mujer excepcional. El novel
dramaturgo Manuel Calzada Pérez
se empecinó en una tarea de
éxito más que dudoso:
llevar al escenario la vida de
María Moliner, la autora del
mejor y más completo diccionario
del español que existe. ¿A
quién le pueden interesar los
avatares de una diccionarista que
trabaja sola y aislada en pleno
franquismo y que cuando se le manifiesta
la enfermedad su médico
diagnostica un «delirio
léxico de Don Quijote»?
Pues Calzada ha
superado con nota su propio reto: la
obra El diccionario retrata con
toda crudeza y amor a una mujer que,
bajo la dictadura franquista, se
dedicó en cuerpo y alma a su
marido, a sus cuatro hijos y al
diccionario. Moliner, entre ficha y
ficha, nunca dejó de zurcir
calcetines, porque, tal como reflexiona
en la obra teatral: un hombre que
trabaja denodadamente lo hace por la
familia y así se le reconoce;
pero cuando es una mujer, se le
recrimina porque desatiende a su
familia.
A partir de un análisis del
diccionario de la RAE, Moliner quiso
deshacer los bucles en que esta obra se
perdía: palabras definidas con
otras palabras que se definían
con las primeras. Por ello
estableció una
organización y una
jerarquía que se resumían
en que toda palabra había de ser
definida por otra de sentido más
general y una segunda que la
especificara. Así, mujer es
persona (sentido amplio) y hembra
(acotamiento). Moliner, trabajando con
discreción (se definía
como una mujer recoleta), enmendó
y superó con creces el trabajo
académico con su Diccionario
de uso del español, pero
nunca llegó a ser la primera
mujer de la Academia.
La obra que ahora se representa en el
teatro Romea es un resarcimiento y un
monumento a una mujer que
aprovechó su exilio interior para
construir una obra sin parangón,
que nos enriquece como hablantes y que a
ella le permitió conseguir su
libertad interior.
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