Por Marco Lara Klarhr / Edad Medi@tica
A principios de diciembre [2012], días
antes de volver a España tras una estancia de un par de meses en México
que aprovechó para completar su interpretación fotográfica libre de la novela Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, mi querido colega periodista murciano José Luis Vidal Coy me dejó sobre la mesa Leyendo de corrido. Música norteña y literatura.
Se trata de la primera producción discográfica del grupo musical sonorense Libro Abierto,
que es en sí mismo un fenómeno cultural digno de atención y que por eso
mismo, según constató Vidal Coy ―con miedo, pero con fascinación de
reportero―, probablemente ha atraído la mirada también de delincuentes o
al menos de músicos empáticos con estos.
Conformado por los músicos Luis Fernando Peralta, Luis Carrera, Ringo García y Malik Peña, bajo la dirección artística y con letras de David Norzagaray, Libro Abierto se impuso la misión de popularizar obras literarias de autores universales ―Cervantes, Shakespeare, Sor Juana Inés de la Cruz, Bram Stoker, los hermanos Grimm, Collodi, Kafka, García Lorca―, a través de géneros musicales como el corrido norteño y la cumbia, aprovechando al mismo tiempo para diseminar la cultura de no violencia.
«Libro Abierto ―definió Norzagaray entrevistado en mayo por la agencia cultural La Casa de Viena― es una agrupación integrada por músicos profesionales que interpretan corridos y música norteña tradicional inspirada en la literatura[,] con el fin de fomentar el interés por la lectura[,] dada la preocupante ausencia de una cultura de lectura dentro y fuera de las aulas[,] y ser una contrapropuesta ante la violenta realidad que vivimos».
En noviembre, al caminar el estado de Sonora fotografiando escenarios donde transcurre la novela de Bolaño, Vidal Coy recaló en Pitiquito, remoto municipio del Golfo de California, y fue ahí donde se encontró con este grupo y su propuesta cultural. Lo escuchó tocar, me platicó ya de regreso a la Ciudad de México, durante una celebración en la parroquia del pueblo, sorprendiéndole sus «corridos literarios», pero todavía más este incidente: mientras en el templo transcurría la ceremonia litúrgica con intervenciones musicales de Libro Abierto, afuera se instaló un grupo musical norteño para, con desparpajo, interpretar durante horas corridos sobre narcotráfico, produciendo enorme tensión entre la gente.
Luego, con el encabezado «Una banda de Sonora lanza sus corridos literarios como contrapropuesta al narcocorrido» [diciembre 9], en la serie «Cartas mexicas» que publicó en cuartopoder.es, Vidal Coy recreó así lo sucedido: «El pasado lunes 12 de noviembre fueron invitados [Libro Abierto] para cerrar las vísperas festivas de San Diego, en la misión del mismo nombre, en Pitiquito, bien al norte de Sonora, cerca de la frontera con Estados Unidos. Tras actuar con sus corridos literarios en el atrio de la parroquia, acompañaron con su música la celebración de la misa en el interior del templo.
«Entonces, feligreses y músicos oyeron un grupo de narcocorridos que tocaba fuera del templo, interfiriendo con la música y la liturgia de adentro. “Eran enviados de los narcos del pueblo [5.000 habitantes] para marcar su territorio”, aseguraba David [Norzagaray] tres días después tomando una cerveza en Hermosillo y ya repuesto del mal trago que supuso que el párroco tuviera que escoltar a Libro Abierto hasta su coche, al acabar la celebración de madrugada, mientras el narcocorrido seguía atronando fuera de la iglesia».
Es un misterio qué les dirán a esos «narcos del pueblo» canciones con títulos como «Hombres necios», «Corrido de la Caperucita», «La cumbia de la Metamorfosis», «Corrido del conde Drácula», «Romeo y Julieta» o «La casada Infiel», o aquellas donde los personajes son Don Quijote de la Mancha, Pinocho, Blanca Nieves o Gregorio Samsa. Es habitual, sin embargo, que en zonas donde un determinado grupo criminal mantiene cierta hegemonía, una propuesta social o cultural sea vista como amenaza; es tal vez un impulso de sobrevivencia básico.
Aunque es cierto también, en este caso, que las adaptaciones de Libro Abierto no son ingenuas; por ejemplo, la estrofa final del «Corrido de la Caperucita» ―del cual existe un video promocional― dice: «Como ese lobo feroz / con su maldad inaudita / también en la vida real / hay mucha gente maldita. / Yo conozco dos o tres / que no tienen abuelita».
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