Por Blanca Padilla
Antes de ver la publicación de
Luna Bella, estuve pensando en cuan terrible es que la respuesta de una
sociedad hipócrita y con doble moral hacia quienes ejercen libremente su
sexualidad y se muestran dueños o dueñas de sus cuerpos y sus sensaciones sea
el linchamiento físico y verbal.
Y es que, para quienes no lo han
visto, en el video por el cual está presa Yosstop, al principio se describe
como varias chicas golpean a Ainara y le exigen que se disculpe por ejercer su
sexualidad y su sensualidad de la forma en la que lo hace. Enseguida, Yosstop habla
del video de la relación sexual como el origen de ese linchamiento y con sus
palabras prácticamente avala esa acción y con ello detona un linchamiento
mediático.
Esta percepción mía es similar a la que plantea Luna Bella, quien llega a la conclusión de que Yosstop tiene algo muy fuerte en contra de las mujeres que viven libremente su sexualidad por una de dos razones: o ha sufrido un trauma muy fuerte con una mujer así o es una puta reprimida. Como los que abiertamente odian a los homosexuales para negar su propia homosexualidad. No sabemos que pase realmente en la cabeza de Yosstop, ella negó ambas posibilidades.
Pero, de acuerdo con los likes
del video, hay muchas personas que concuerdan con Luna Bella, una mujer que ha
ejercido la prostitución, que ha hecho películas porno, pero que, en su
producción se muestra muy humana y sobre todo congruente con lo que piensa,
dice y hace.
Por otro lado, también estoy de
acuerdo con Luna Bella en que Yosstop, viendo el contenido de su canal y por
los escándalos que ha protagonizado, es una persona que fundamenta su valor en posesiones
tan efímeras y, por ello, vanas como los títulos, el dinero y la belleza.
Yosstop habla de una “patética generación” que se desinhibe y practica una
sexualidad desenfrenada; pero ella es la otra cara de esa misma moneda.
A muchos este tema puede
parecerles superfluo, un chisme de farándula, pero no, creo que es un grito de
la juventud que la sociedad debe atender. No jueces, no fiscales, ellos no
arreglarán nada. La sociedad, todos nosotros estamos llamados a actuar ahora o
a perder esta batalla.
Los padres y madres permisivos,
que actualmente tenemos entre 40 y 50 años y los que vienen atrás, estamos o
hemos estado criando a niños débiles, faltos de carácter, dóciles y
vulnerables a la manipulación de terceros o a niños y jóvenes soberbios,
vanidosos, egocéntricos, personas que en ambos casos no conocen principios y
por lo tanto no tienen a qué apegarse, en qué basar su comportamiento, sólo
piensan que merecen todo lo agradable sin que haya consecuencias y huyen de lo
desagradable, aunque les reporte un bien.
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Como agregado a este artículo,
dejo aquí algunos de los principios y valores más importantes que la humanidad
ha ido construyendo como guía para acceder a una vida buena y feliz a lo largo
de la historia, porque siempre que alguien habla de principios nos quedamos en
blanco, preguntándonos qué son los principios y con qué se comen.
Estos son los principios
universales básicos: Derecho a la vida, respeto a la vida, no matarás. Derecho
a la libertad. Principio de humanidad: la vida y dignidad de todo ser humano
deben ser respetadas y preservadas. Búsqueda del bien común: hacer siempre el
bien. Igualdad: los seres humanos somos iguales sin distinción de etnia,
género, orientación sexual, nacionalidad, condición social, etcétera.
Moralidad: respeto a las normas de convivencia encaminadas a procurar una
estabilidad y el sano ejercicio de derechos y deberes.
Lo siguiente se basa en las
enseñanzas de Epicteto, maestro de la tradición estoica, pero habla de cómo
poner en práctica estos principios comunes a distintas corrientes filosóficas y
religiosas, seguramente les suena: conócete a ti mismo, pon la otra mejilla,
por sus obras los conoceréis, lo que de la boca sale del corazón procede…
Epicteto nos dice que donde
quiera que vayamos estaremos bien si somos fieles a nuestros principios. Eso es
algo que nadie nos puede quitar, son nuestras únicas posesiones y nos bastarán
donde quiera que estemos y hagamos lo que hagamos.
También señala que cada hombre y
cada mujer debe formarse un carácter y una identidad, según a lo que tenga
intención de apegarse. Debe decidir qué tipo de persona quiere ser y con base
en ello sabrá qué principios seguir. Si piensa que lo que va a hacer está mal,
simplemente no lo hará. Pero si piensa que lo que va a hacer es correcto, lo
hará, aunque los demás lo desaprueben. No temerá las críticas fuera del lugar.
Sabrá vivir siendo él o ella misma y no un remedo de los demás.
Se trata de una batalla contra
uno mismo o contra una misma y consiste en aprender a controlar tres cosas: los
impulsos físicos, la mente y el ego (el yo). No debemos permitir que nuestros
sentidos se desboquen. “El sabio se resiste a los placeres, el necio se hace
esclavo de ellos. La libertad no se consigue con la saciedad de lo deseado,
sino con la supresión del deseo”, dice Epicteto y nos recuerda a Buda.
Si no somos capaces de resistir
nuestros impulsos primarios no podremos gobernar sobre nosotros. Si no somos
capaces de resistir ante una copa de vino, ante comida deliciosa pero insana,
ante el deseo sexual, etcétera, nos perderemos a nosotros mismos.
Por eso, aconseja Epicteto:
siempre que te venga a la mente la impresión de algún placer, no te dejes
llevar por ella. Así debes actuar con las impresiones en general. Haz una pausa
y deja que el deseo espere un poco. Luego, piensa en estas dos situaciones:
disfrutas del placer y luego te arrepientes y te enojas contigo misma o contigo
mismo. Ahora compara eso con la alegría y la autosatisfacción que sentirás si
te abstienes. El autorespeto que lograrás.
No obstante, dice el maestro, si
encuentras que es el momento adecuado para embarcarse en la aventura, ten en
cuenta que no deberás sentirte abrumada o abrumado por su encanto, dulzura y
atractivo, porque no has sido gobernada o gobernado por el impulso, sino que ha
sido una decisión tomada conscientemente. Habrás actuado en congruencia.
E insiste: no te dejes llevar por
las apariencias, por tus interpretaciones de la realidad. Entrénate para
enfrentarte a las falsas representaciones. ¡Resiste! ¡No te dejes llevar! La
batalla es intensa, la tarea divina: alcanzar la maestría en el control, la
libertad, la felicidad y la imperturbabilidad.
El ejercicio de la libertad
requiere la eterna vigilancia de nuestros pensamientos, antes de que se
conviertan en acciones. Luchar contra el ego (el yo), esa vocesita que nos
dice: conquista a esa mujer o a ese hombre, compra esa ropa, ve a ese
restaurante, gasta en cosas que los demás puedan ver… porque quiere ser
aceptada, porque quiere elevarse por encima de los demás y le preocupa lo que
los otros piensen.
Quienes acumulan lujo, quienes se
vanaglorian de sus logros o de su sacrificio aún no controlan su ego. Sólo
cuando controlamos nuestro ego, ganamos libertad. El ego es la fuerza que más
nos sabotea. Por tus obras serás conocido. Que no te vean abrazando estatuas,
dice Epicteto.
Epicteto aconseja también aceptar
las cosas como son: no desees que las cosas sucedan como te gustaría, desea que
sucedan como deben suceder.
Nos dice además que la batalla es
aquí y ahora. Y es contra uno mismo o contra una misma, que la postergación no
es una opción y que nuestro progreso puede salvarse o arruinarse por un solo
día o por una sola acción. Por eso debemos vigilarnos como si fuéramos nuestros
propios enemigos o nuestras propias enemigas planeando un ataque.
Quien en esta guerra muestra
signos de progreso, de acuerdo con Epicteto: no critica, no envidia, no acusa,
no culpa, no dice nada de sí mima o de sí mismo para indicar que es alguien o
que sabe algo. Si a una persona que está progresando la elogian, ríe para sus
adentros de quien tal hace, y si la critican no se defiende. Como alguien
convaleciente, cuida de no lastimar ninguno de sus miembros en recuperación
antes de que estén completamente firmes. Destierra todo deseo, transfiere su
aversión a las cosas naturalmente desagradables que dependen de sí misma o de
sí mismo. Sabe que hay cosas que no puede cambiar, porque no dependen de su
decisión, pero que hay otras que sí puede cambiar porque dependen de él o de
ella.
En cuanto a valores les dejo
algunos: Libertad, Congruencia, Honestidad con uno mismo y con los demás,
Lealtad, Amor, Amistad, Bondad, Generosidad, Trabajo, Responsabilidad (90% con
nosotros mismos y 10% con los demás), Gratitud, Honorabilidad, Cordura,
Sinceridad, Congruencia, Asertividad, Cuidado del bien común (de nuestro
hábitat), Fraternidad, Solidaridad, Comprensión, Perseverancia, Caridad, Fe,
Humildad o aceptación de la Verdad, Paciencia, Tolerancia, Respeto, Prudencia…
El cambio generacional desde mediados del siglo pasado se da con rapidez y las generaciones han ido separándose de manera ideológica y en el actuar, a mis 63 años concluyo que los valores morales que se nos inculcaban en la familia y la sociedad estaba pendiente de que se llevaran a cabo ahora ya las nuevas generaciones no los entienden, sus prioridades son ellos y su confort
ResponderEliminarEs verdad lo que dices, yo también he notado eso. Hace poco le dije a una chica que las mujeres tenemos que fortalecer nuestro espíritu para que las miradas lascivas o palabras soeces de algunos hombres no nos hagan bajar la mirada y sentirnos culpables. Y ella me respondió que no, que nosotras no tenemos que hacer nada, que son los hombres quienes no deben tener esas actitudes. Y tiene razón, así debería ser. Desgraciadamente la realidad que vivimos dista mucho del ideal y no se cambiará con un decreto.
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