Hiram Sánchez López*
Un cuarto ordenado que contrasta con el ritmo de tu vida,
los recuerdos, que quisieras olvidar, aferrados a la pared.
Una cama nunca antes compartida,
el silencio nos desnuda,
mientras tu méndigo gato me observa con recelo.
y yo, intentando ignorarlo, devoro a mi presa
ese segundero que se mueve al ritmo del deseo.
los recuerdos, que quisieras olvidar, aferrados a la pared.
Una cama nunca antes compartida,
el silencio nos desnuda,
mientras tu méndigo gato me observa con recelo.
y yo, intentando ignorarlo, devoro a mi presa
ese segundero que se mueve al ritmo del deseo.
El deseo adquiere forma,
escucho tu corazón cuando mi oreja reposa sobre tu pecho.
Intento apagar con mis besos tus orejas sonrojadas y
tus pezones erectos que iluminan mi placer,
esos pechos tan perfectos que contradicen su vida.
Sigo oyendo tu corazón,
el sonido del máximo placer, ese “punto G” que no es comprado,
que no es fingido, por lo menos, no esta noche.
el sonido del máximo placer, ese “punto G” que no es comprado,
que no es fingido, por lo menos, no esta noche.
*Hiram Sánchez López es estudiante del séptimo semestre de Comunicación en el Instituto de Estudios Superiores de Oaxaca.
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