Por Marco Lara Klahr/ Edad Medi@_tica
SAN LUIS POTOSÍ.― Durante un intenso taller organizado por AsiLegal
sobre el papel de los medios informativos en el nuevo paradigma de
justicia penal acusatorio hacia el que transitamos en México [agosto
24-25, 2012], varios colegas reporteros y editores potosinos expresaron
dudas legales y éticas sobre la cobertura que los periódicos locales
hicieron respecto de las aparentes denuncias ante el ministerio público
de dos personas que se acusaban mutuamente de violación.
De Palabras de roca |
Puesto que yo ignoraba el asunto, no pudimos hacer entonces una
revisión precisa acera de sus implicaciones en cuanto a derechos
ciudadanos. Ahora, habiendo revisado la información aludida, me preocupa
e indigna una vez más la manera como las instituciones policiales
mexicanas están comunicando, ancladas en enfoques violatorios de
derechos de la personalidad y procesales penales.
En ambas notas, las fuentes citadas son la Dirección General de
Seguridad Pública y la Policía del Estado, y se revela múltiple
información que atenta con diversos derechos de los jóvenes
denunciantes, incluidos sus derechos a la dignidad, a la privacidad, a
la no discriminación y a la protección de datos personales, así como a
la presunción de inocencia.
De este modo, dichas instituciones y sus funcionarios, cuyo mandato
constitucional expreso es respetar y hacer respetar los derechos y la
ley, se exhiben como agentes de violencia de Estado, violadores de
garantías ciudadanas y quebrantadores de la legalidad, flagrantes,
impunes y de mala fe porque, además, lo hacen sabiendo que su
comportamiento no tendrá consecuencias de orden administrativo, civil y
penal.
En los días posteriores a la publicación de Pulso, fueron
apareciendo en diversos medios impresos locales y de otros estados del
país versiones noticiosos idénticas, sin molestarse en citar siquiera el
origen de la nota y añadiendo fotografías. A este patetismo
periodístico se agrega el que el tabloide local La Razón
decidiera publicar la noticia en un sección llamada «Cartelera
policiaca» ―que denota la mezquina espectacularización de los conflictos
y las tragedias que padecen miembros de su propia comunidad.
Luego, bajo el encabezado «Pide hombre se aclare acusación de abuso sexual»
[julio 12], tras dar a conocer que, «En un escrito enviado a esta
Redacción», uno de los muchachos afectados se inconformó por lo
publicado y exigió una aclaración, Pulso hace saber a sus
lectores que «Respecto a la nota informativa [donde da a conocer el
asunto, tres días antes], este medio de comunicación se basó en un
boletín de prensa enviado por la Dirección General de Seguridad Pública
del Estado, quien también proporcionó las fotografías de los
involucrados.
«El boletín fue titulado por la DGSPE “VECINOS SE ACUSAN MUTUAMENTE
DE ABUSO SEXUAL, TRAS UNA FIESTA EN QUE HUBO EMBRIAGUEZ POR ALCOHOL” e
inicia diciendo “La Policía Estatal arrestó la mañana del domingo a dos
hombres vecinos que se acusan mutuamente de haber abusado sexualmente
uno del otro”».
Y, por increíble que resulte, al final el prestigiado diario no asume
su responsabilidad ni pide perdón a las personas afectadas por publicar
información no verificada ni confirmada, sino que hace profesión de fe
de un periodismo superficial, socialmente perjudicial, falto de
estándares ético-legales, acrítico, servil a la «fuente oficial» y tan
impune como esta, al concluir que «Por lo tanto, este medio informa que
la nota se basó única y exclusivamente en la información oficial y
tampoco distorsionó el sentido de la noticia».
La ética profesional del periodismo
impone verificar, confirmar y contrastar toda información antes de
publicarla, dando voz a todos los actores implicados en un hecho
noticiable, respetando además sus derechos, pero Pulso,
evidentemente, reconoce de forma explícita que esos referentes
deontológicos no le merecen respeto alguno y miente al afirmar que
«tampoco distorsionó el sentido de la noticia»: quizá, ciertamente, no
haya distorsionado el sentido del boletín que casi copió y pegó, pero
sin duda distorsionó noticiosamente los hechos, al no considerar las
otras versiones posibles.
¿Qué consecuencias legales tendrá para esas instituciones y para este
y los demás periódicos «boletineros» el haber atropellado en flagrancia
y con dolo los derechos de ambos denunciantes? Ninguna. ¿Se les
obligará a restituir los daños producidos? Lo dudo. Porque en San Luis
Potosí hay severos vacíos de poder que incentivan ilegalidades y, por lo
visto, son escasos los ciudadanos que tomen decisiones éticas y legales
respecto de la desinformación sistemática a la que los sometemos medios
y periodistas.
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