Por Gabriel Hernández García
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A mí, el diablo me
hace los mandados, me da de comer, me sigue, lo uso, lo pongo, o lo dejo, donde
yo quiero, y ahí se queda, esperando. Lo llevo por donde necesito, le pongo a
cargar lo que yo quiero y no protesta, no dice nada, siempre es obediente y
dócil. Y no es que yo sea brujo, alquimista o que tenga algún pacto con él. En realidad
no tenemos ninguno, salvo el hecho de que me sirva y que yo, alguna que otra
vez, le haga algún favor. ¡Nada más! Sí, este sí que es un diablo útil y
servicial. En todo el tiempo que ha andado conmigo, nunca se me ha revelado, ni
lo he escuchado protestar y bueno pues, tanto porque me es útil, como porque es
sumiso lo quiero mucho. Soy de los pocos hombres que, sin tener ningún pacto
con el diablo, lo quiere, lo estima y lo cuida.
Cuando trabajo y paso por los aparadores de las tiendas o, en
las noches, cuando prendo mi radio, veo y oigo los discursos de esos dizque los
políticos, durante muchos años los he oído y los sigo viendo que dicen que cada
día estamos mejor. La verdad es que no se a quién se refieran, seguramente a
ellos, porque yo, ya le dije como vivo. Y así como he vivido, siento que yo, en
realidad, estoy cada vez peor, ya le dije cuanto ganaba antes y cuanto saco
ahora. He oído muchas veces que si cambiamos por otro partido en el poder,
nuestra situación va a ser mas buena, pero, repito, yo, de los 80 años que
tengo vividos, y conste que ya es algo de vida, toda, toda mi vida la he trabajado honradamente y nunca
he visto que efectivamente pueda mejorar mi casa, mi comida y mi vestido.
Bueno, pensándolo bien, me parece que algunos de los que han dicho que vivimos
mejor, esos sí lo han hecho. Yo y otros,
muchos otros que conozco ¡no! A los políticos si los he visto que han
construido sus buenas casas, luego se compran sus buenos carros y algunos, de
unos miserables que eran, como yo, a esos si los veo que han subido de nivel y
viven mejor.
Yo, como humilde cargador que soy, sigo trabajando en el mercado
de Abasto como cargador y sigo haciendo que el diablo me haga los mandados. Aunque,
para ser mas exactos, debo decir que el diablo y yo les hacemos los mandados a
todo aquel que nos pide que le llevemos su mercancía al sitio de taxis, al
camión o a la camioneta en donde la carga y se la lleva para su casa o su tiendita.
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