Por Blanca Padilla
José Molina fue categórico
al declarar que la poesía sí tiene un carácter revolucionario, como todo arte;
pero asentó que esto no significa que el poeta tenga que abrazar una causa.
Guanajuatense
de origen, radicado desde hace diez años en Oaxaca, José Molina vive de
compartir poesía, literal y metafóricamente hablando. Es licenciado en Literatura Latinoamericana por la
Universidad Iberoamericana y Maestro en Estudios Portugueses por la Universidad de Massachusetts-Dartmouth.
Docente en la
Facultad de Idiomas de la UABJO y en la Universidad del Sureste (URSE), imparte
talleres de poesía en distintos lugares como la Biblioteca Henestrosa y viaja
constantemente a Estados Unidos, Argentina, Chile, Colombia y otros países
sudamericanos así como europeos para promover sus obras o encontrarse con sus
colegas de otras latitudes.
Ese continuo
enfrentamiento con otras formas de ver el mundo es causa probable de su
apertura para escuchar y tratar de comprender a todos en sus sesiones, donde no
solo se lee y se analiza poesía, también se abren debates sobre la realidad
oaxaqueña, mexicana y latinoamericana y todos se divierten componiendo el mundo
o por lo menos desahogando sus inquietudes.
Realidades
que los poetas estudiados también discuten desde sus trincheras, desde sus
poemas. Molina trata siempre de conectar la realidad con la poesía, de quitarle
a la poesía ese estigma de ser asunto de seres despreocupados, cantores del
amor.
La poesía que critica, que discute esta realidad
social y política en América Latina le interesa; así queda demostrado en el
actual taller que imparte los sábados en la Biblioteca Henestrosa: Bajo un manto de nieve mal cortada, retrospectiva de la poesía argentina actual, nombre
tomado de un verso de Santiago Llach que nos habla de una Latinoamérica
adormecida bajo montañas de droga, y lo peor, de mala calidad.
De esta
realidad americana también trataron los poemas revisados en el taller Para Chile con amor, los
golpes en la poesía postdictadura, impartido a fines de 2011.
—Desde la poesía podemos
aspirar al cambio. La poesía es como la esperanza, un horizonte que nos va
guiando. Para decirlo con
Galeano: nos “sirve para caminar”. La
poesía es la cereza en el pastel, destruye lo que fue nuestro acto de fe. Hace
ver lo que los otros no ven. Como dijo Ezra Pound, los poetas son las antenas
de la humanidad, pero no al estilo de los guías religiosos sino para dar pistas
únicamente. — explicó el poeta.
Con estas ideas, desde
su llegada a Oaxaca, ha compartido sus conocimientos en talleres que ha
impartido lo mismo en el Consejo Tutelar para Menores Infractores que en la Casa
de la Cultura de Oaxaca y en la Biblioteca Henestrosa.
Y en ellos no solo
aborda la obra de poetas consagrados, Molina se empeña en dar a conocer la obra
de poetas jóvenes, como él, de distintos países de América Latina y de México, nacidos
en los años setenta o más recientemente, sin temor a verse ensombrecido por
ellos.
En
lo político: simpatizante de la izquierda y de movimientos defensores de
migrantes, de la ecología y de las libertades sexuales, Molina, sin hablar de géneros: poesía o narrativa, porque
para él estas divisiones solo se hacen para facilitar el trabajo de los
críticos, continuó hablando de ese carácter revolucionario que tiene
la literatura como arte y de la división que tiene que hacer un artista entre
su trabajo creativo y sus posiciones políticas.
— La función de la literatura está fuera de control,
incluso para el mismo creador. Es difícil desde el poeta encaminar la poesía
hacia alguna causa. La poesía, la escritura en sí es un reflejo de la libertad.
No se puede contener o restringir el poder
de la obra como lo pretendió hacer Casa de las Américas en el caso
de Cortazar, al pedirle que escribiera
con sentido revolucionario — señaló Molina
recordando el célebre caso del autor de Rayuela, quien en esa oportunidad
replicó a los directivos de la editorial cubana que América Latina no
necesitaba de de escritores que se ciñeran a la realidad del momento, sino de
“verdaderos Che Guevaras del lenguaje”.
— La poesía tiene un nivel interpretativo y
cuestionador, con criterios de análisis mucho más extensos de la realidad; es
plenamente revolucionaria, pero sin bandera. El poeta da cuenta tanto de
nuestras miserias como de nuestras grandezas. En cambio, el político intentará
ocultar la cara de la miseria— precisó el poeta.
— La literatura lo revela todo, es acérrima, en ella
no hay negociación posible, es un golpe a todas nuestras certezas. Propone una
nueva relación. Por
eso, leer también es peligroso, destapa muchos
cuestionamientos a nivel psique, a nivel
sexual, pone en tela de juicio las certezas que forman parte del imaginario;
pero, la poesía, es sobre todo el gran cuestionamiento del lenguaje — comentó el autor de
Juno desierta, poemario en el que resalta un verso: “Quien no entienda de
llaves tendrá que someterse al delirio de la libertad” y donde experimenta con la sintaxis y con la
ortografía y no solo en español, también
en inglés, griego y portugués, idiomas que también domina y que sin duda le
hacen un ser humano con una mente más abierta.
Dictaduras, detonante de la
poesía
Considerando que no solo la poesía sino todas las artes tienen un
carácter revolucionario y cuestionador,
como afirmó el poeta, le preguntamos qué arte se arriesga más al
cuestionar un cierto estado de cosas a nivel social o político.
—El riesgo está en todas partes, toda propuesta artística es arriesgada y
eso es lo interesante. Pero, probablemente sea la literatura la que se arriesga
más, pues el lenguaje que usamos es más fácil de ser entendido. Que un músico
realice una composición para criticar un sistema no tendría la misma
repercusión social. Tampoco imagino a un arquitecto en esta situación. Aunque
se han dado casos,
— dijo Molina al recordar la pintura del británico Chris Ofili expuesta
en 1999 en Nueva York: una Virgen María negra sobre bolas de excremento seco de
elefante, obra que provocó airadas protestas entre los católicos.
Con relación a Chile
y Argentina, dos naciones que han enfrentado dictaduras militares y sin embargo
no dejaron de producir poesía, se le preguntó cómo es esto, si las
dictaduras no coartan la libertad de los poetas.
—Al contrario, las
dictaduras son un detonante para la poesía— dijo el poeta, riendo de buena gana, saliendo de
su tono serio y erudito adoptado hasta el momento, y agregó que lo que nos
puede dar una clara idea de lo que ocurre en estos casos es lo que en las
grandes tragedias, los poetas griegos llamaron
hubris o “pecado de
orgullo”, del que nacen todas las tragedias
cuando los humanos pretenden transgredir los mandatos del destino.
—Todo lo que se nos
prohíbe lo hacemos con más insistencia. Esto ocurre en las dictaduras, surge la
necesidad de traspasar los límites impuestos, —dijo.
Sin
embargo, de acuerdo con el autor de Thetrum Rerum (poemario digital en el que
escribe en portugués y español y donde aborda la lucha de los colonizadores contra la naturaleza indómita
del Brasil), no solo las dictaduras provocan despliegues poéticos y afirmó que
la estabilidad o una plena paz no existen; por lo tanto, siempre hay motivos
para hacer poesía.
—Los
poetas escriben para tender puentes y para lograr una mayor comunicación entre
la especie, para acortar esos abismos que nos separan. Pero también se escribe
porque se ha sufrido una gran pérdida o un gran dolor. Como Orfeo, una pérdida
en un plano paradigmático. Perdemos dignidad, por ejemplo y estamos perdiendo
grandes espacios al contaminarlos como en Chernovil o en Japón, — dijo Molina
externando otras de sus preocupaciones.
—La
poesía es una pedrada, una acción. Y bajo este entendido, una persona haciendo
poesía se inserta en una causa, sin precisar contexto social. — Escribir es una
acción, poner en práctica un pensamiento, — dijo.
Claro en sus ideas frente al
poder, no sólo local sino internacional, no transige en cuanto a la libertad de
la que debe gozar la poesía, independientemente de cualquier poder, dogma,
credo o causa.
—
Creo que puede haber influencias ideológicas en los poetas pero no se puede
amputar una parte de la poesía para satisfacer una causa. La poesía es un gran
río y todos formamos parte de ese río, querer censurar el poema es un crimen—
dijo y habló acerca de esos temas que a él le mueven a escribir.
—
Me interesa explorar las relaciones entre los seres humanos, la comunicación y
esas contradicciones que ocurren en la actualidad: ¡cómo hemos llegado a
considerar ilegal a un ser humano!, — se exalta el poeta y se remueve en su
asiento, ante una de las realidades creadas en esta etapa de globalización del
capitalismo, sistema que para Molina ya fue suficientemente cuestionado y ahora
lo que hace falta es transformarlo.
Buenos tiempos para la poesía
Dado
que en fechas recientes, algunos artistas han cuestionado a la política y a los
políticos en nuestro país y han emprendido movimientos sociales de protesta,
concretamente el pintor Francisco Toledo y el poeta Javier Sicilia, le
preguntamos a Molina su opinión al respecto.
— Toledo
es un buen ejemplo de alguien que hace arte por placer, alguien que no se cansa
de explorar como lo ha hecho él con la pintura, la escultura y el papel, pero
tiene una postura, más que política, en relación a las políticas que se imponen
o pretenden imponerse desde la administración pública. Toledo se mantiene fiel
a su arte, pero también fiel a sus ideas, sin comprometer por ello su arte. —
enfatizó Molina.
De
Sicilia, recordó que él se levantó con una petición de justicia para aclarar el
asesinato de su hijo.
—
Cuando empezó su campaña tal vez no se
imaginaba todo lo que iba a remover en este México tan lastimado donde a cada
paso encontró historias de agravios que se acumulaban, algo que debería ser una
bitácora que todos podamos leer, — señaló Molina y comentó que estuvo en los
encuentros que organizó Sicilia en el Distrito Federal y en Oaxaca.
Agregó
que piensa que este Movimiento obtuvo algunos logros, por lo menos un cambio en
el discurso presidencial, con respecto a la guerra contra el narco, y hasta el descubrimiento,
por parte de mucha gente, de que México tiene poetas.
— En
medio de la tristeza que rodeaba el movimiento, me causó una gran alegría ver
que había gente que se avergonzaba por no conocer a Sicilia, por no conocer a
sus poetas. — dijo visiblemente emocionado José Molina.
Acerca
de este desconocimiento y desvalorización que existe del quehacer poético y la
falta de apoyos institucionales hacia los poetas, Molina expresó que para él no
es necesario esperar que las políticas culturales sean adecuadas para hacer
poesía.
— si
yo quiero poesía, voy a hacerla y a compartirla con la gente que conozco o con
quienes voy conociendo. Debemos estar conscientes que en nuestra realidad las
redes de intercambio deben ser personales, — dijo el maestro y agregó que este
es un buen momento para la poesía.
—Se
han fundado espacios importantes para compartir creaciones entre los
latinoamericanos. La editorial El billar de Lucrecia, es un buen ejemplo, —
dijo y no desestimó tampoco la intervención que en este fructífero intercambio
ha tenido la Internet.
Para
él, haciendo cosas muy pequeñas, cada quien desde su trinchera, sobre todo
talleres, en los que se creen poetas y públicos para la poesía se pueden lograr
los cambios o las revoluciones que es capaz de generar la poesía.
— Son
necesarios los talleres y aferrarse a ellos, esperar que generen respuestas. Es
lo que se ha hecho en los últimos años y creo que ha dado buenos resultados, —
dijo Molina, quien ya proyecta la realización de algunos talleres en orfanatorios
de la ciudad de Oaxaca.
Preguntamos si con estos talleres de poesía espera
lograr un cambio o con ello ser parte de un cambio y reiteró que éstos son
primordialmente una forma de interacción y una esperanza de que la literatura
pueda generar conciencia para realizar cambios necesarios en beneficio de
nuestro prójimo.
— En los
talleres eso se queda en un ideal, lo que sí ocurre es una interacción humana,
una proximidad y una relación social que se desenvuelve y se elabora por medio
del diálogo, —
precisó el también crítico y traductor que recientemente colaboró con el Festival de Poesía de
Berlín, Latinale, para el que tradujo al español el libro Remesa
poética de ultramar = Frachtgut Überseepoesie. Sukultur, 2011.
Con
esta última referencia a sus talleres, se despidió Molina . Luego lo vimos calarse sus lentes oscuros, único lujo en su acostumbrado atuendo:
sandalias negras, playera café y bermudas beige, bastante desgastadas por cierto. Su forma
de vestir hace recordar esa frase atribuida a Ernest Hemingway: “El
hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más
sencillamente por fuera”.
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