Por Blanca Padilla
Para I. H. Cruz,
quien me mantiene al día de las desgracias
que padece el bellísimo estado de Guerrero
y la zozobra en la que se debate su gente.
El Estado mexicano, obedeciendo los mandatos del sistema económico neoliberal, está utilizando en nuestra contra una política de terror y
exterminio pero, como sociedad, aún no
nos cae el 20.
Cada día, como hoy, llegan terribles noticias de la violencia en el país, principalmente desde Guerrero, el estado más militarizado desde hace muchos años, pero en el que menos indicios de paz se ven.
La situación se recrudece cada día más: el odio y la violencia aumentan causando zozobra entre la población. Pero no hacemos nada.
La estrategia gubernamental está cumpliendo su objetivo: la
llamada “guerra contra el narco”, no ha solucionado el supuesto problema de
fondo que persigue, pero si ha logrado que la sociedad comience a paralizarse
por el terror.
México se está quedando indefenso ante los embates del
neoliberalismo salvaje. Ejemplo: las flamantes “reformas estructurales” pasaron
prácticamente sin contrapeso alguno.
Esta
violencia sistemática e intencional que se agudizó durante el gobierno de
Felipe Calderón y que continúa con el actual gobierno priista, donde el caso
más grave fue la desaparición inexplicable de 43 estudiantes normalistas en
Iguala, Guerrero, pretende
controlar o eliminar a la disidencia política y se ha constituido en un mecanismo
de control social al infundir miedo y terror entre la sociedad, como ha
señalado el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos ¡Hasta Encontrarlos!
Por
eso, como sociedad, estamos llamados a desarticular ese mecanismo y para ello no
sólo hace falta que nos enteremos de lo que nos está pasando, es necesario que
asumamos nuestra responsabilidad en la generación de la violencia y que
participemos para generar la paz, de lo contrario la violencia seguirá
moviéndose hacia esquemas de naturalización que nos dejarán sin posibilidades
de poder marcarle un alto, como dice el doctor en Sociología y catedrático dela UNAM, Alfredo Guerrero Tapia.
Un primer paso para lograrlo es desterrar la apatía y
atrevernos a sentir el dolor por los asesinados, por los desparecidos, por los
encarcelados injustamente, por las viudas, por los huérfanos… por todas las
víctimas de esta violencia genocida.
“Es necesario que la sociedad viva el duelo por la
violencia que se está viviendo, porque sólo al procesar esta dimensión
socioafectiva se puede dar lugar a la solidaridad y a la toma de conciencia”,
señala el doctor Guerrero Tapia.
En otras palabras: México, dime que estás llorando, como
dice León Gieco. Dime que estás llorando y sabré que vives todavía.
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