Por Marco Lara Klahr
No veo sentido en cuestionar lo dicho mediáticamente sobre Ana Carolina, de 17 años, procesada en la ciudad de Chihuahua por el asesinato de sus padres a principios de mayo. La nota roja es lo que es, y los periodistas formados en ella difícilmente seremos capaces de trascendernos; parece casi imposible que nos sacudamos de la naturaleza de «periodistas inquisitivos», instrumentalizados por el sistema de justicia penal inquisitivo.
Solo digo que aludir a ella como «la psicópata adolescente»; enfatizar en su condición de hija adoptiva, su baja estatura y otros rasgos físicos, o su estatus socioeconómico, o diagnosticarla con base en eso y hasta en su «frialdad», es criminalizarla y discriminarla, aparte de que todo esto inutiliza al periodismo como recurso social para que los ciudadanos comprendan los asuntos públicos. El periodismo se hace haraquiri.